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Trabajamos muchas horas, tratamos de ahorrar, pero el dinero sigue sin alcanzarnos. Luego llegan las deudas, los intereses cada vez más altos y parece que entramos en un círculo del cual no podemos salir.
A continuación, van algunas recomendaciones que han sido demostradas como efectivas. Lo dicen los expertos y lo avala la experiencia.
Mantener la Calma a Pesar de Todo. Sabemos que no es fácil, pero tienes que confiar que mantener la calma y la mente fría es la primera actitud que debes asumir. Cuando nos desesperamos no logramos ver las cosas en su real dimensión y, solemos “meter todos los problemas en la misma bolsa”.
Analizar y Establecer Prioridades. Cuando nuestras finanzas no van bien, comienzan a sucederse una serie de problemas en cascada. ¿Qué queremos decir con esto? Qué detrás de un problema viene otro. Supongamos que no podemos seguir pagando la escuela de los chicos o ya no nos alcanza para salir a comer afuera todos los fines de semana. Es posible que lleguen los reproches de nuestros hijos o nuestra pareja. Además de no poder disfrutar de las salidas fuera, vendrá una sensación de frustración y fracaso. Cuando esto nos pase, es que debemos preguntarnos ¿es realmente importante que no pueda salir todos los fines de semana a comer en restaurantes? Hagamos una lista de prioridades y, después de analizar fríamente cada necesidad. De esta forma encontraremos los escasos recursos en lo que realmente es importante.
Revisar y Redefinir Nuestros Hábitos. Porque los seres humanos somos seres de costumbres, revisemos las costumbres que llevamos en nuestra vida cotidiana. Muchas veces hacemos cosas e incurrimos en ciertos gastos, por mera costumbre. Si estamos atravesando un mal momento económico, separemos aquellas actividades y costumbres que realmente son importantes de las que no lo son. Quizás es un momento de eliminar ciertos hábitos e incorporar otros. Por ejemplo, podemos dejar de ir al trabajo en auto y tomar el transporte público.
Ser Honestos y Hablar del Tema con Nuestros Familiares y Amistades. Generalmente atravesar una difícil situación económica y, cualquiera sea la causa, no es motivo de orgullo. Sin embargo, ocultar un problema es una carga más que echamos a nuestras espaldas. Confiar y decirles a nuestros allegados que estamos pasando por una crisis económica, nos va a ayudar. ¿Cómo? En sacarnos el peso de tener que ocultar y aparentar lo que no es y, en que seguramente nos ofrezcan su ayuda. Pedir ayuda y saber aceptarla suele ser más difícil de lo que creemos. Las crisis son oportunidades de cambio y crecimiento y, el abrirnos ante ellas es el primer paso para salir fortalecidos.
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